Iba yo tan contento con mi nuevo billete, o puede que antiguo... Directo a gastarlo todo de una vez, sin pensar, sin ahorrar, sin miedo alguno a la pobreza. No podía ser un día mejor, el Sol brillaba en lo alto del cielo, una brisita fresca compensaba el caluroso Sol, los pájaros piaban en las copas de los árboles, miraba el cielo azul, imaginando cuantas cosas podría adquirir sin mayor esfuerzo que haber abierto un libro, cuando como por arte de magia un excremento animal, esponjoso, marrón, brillante, con una forma casi perfecta, se materializó frente a mí, sin previo aviso.

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